sábado, 21 de noviembre de 2009

¡ Que tristeza me dió!

Por Ana María Suárez. 906.
Imagínate que una vez me encontré a un manzanito en plena calle. Estaba llorando. Me sentí tan triste que decidí que tenía que hablarle, pero lo único que me decía era: - Lucerito, Lucerito-

Mis dudas crecieron al ver un corazón con una L y una M partido por la mitad. La mitad de Lucerito roja y la otra de chocolate. Me sentí mal e intrigada al tiempo, pero él nada que me hablaba.
Todo empeoró cuando pasó un carro y nos llenó de barro, pues el manzanito que después me dijo su nombre (Mario), se atacó a llorar y me abrazó. Me contó que estaba casado con Lucerito, pero ella era tan terca que no le hacía caso. Tenían dos hijos Lupita y Fernando, los dos muy pequeños. Ella un día salió al mercado, el esposo le dijo:
−Cuidado, en la calle hay muchos carros!

Y ella salió tan furiosa que no le importó nada. Al rato, llegó la chismosa del barrio comentando acerca de un accidente. Él se intrigó mucho y al salir se encontró con que Lucerito había fallecido. ¡Qué tristeza me dio! Pobres manzanitos y pobre él. Cómo le iba a decir a sus hijos que el corazón del amor se partió.

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