sábado, 21 de noviembre de 2009

Los obstáculos del amor

Por Diana Paola Rubiano Olmos. 903.
Hace mucho tiempo en París, Francia, vivía una familia integrada por Juan -el padre-, Lucy -la madre- y Adriana -su hija-. Eran tiempos de guerra, donde sólo existía el dolor y el llanto. Dónde el miedo perturbaba las mentes y la tristeza abundaba cada día más y más.

Adriana era una muchacha muy delicada y responsable, que tenía grandes valores; además, era una de las más bellas. Tenía muchos admiradores, estaba acostumbrada al respeto y al amor propio, sus padres le brindaban cariño y le enseñaban lo importante de la nobleza.

Un día, ella caminaba entre unas calles y de pronto vio un muchacho creído, presumido y envidioso, pero guapo. Ella sabía que su amor no sería correspondido. Esa misma noche, Adriana no paraba de pensar en aquel muchacho que la enamoró de repente.

Pasaron los días y el amor crecía muy rápido. Adriana estaba confundida y desesperada. Volvió a ver al muchacho, se llenó de valor e intentó llamar su atención. Al final logró hablar con él, conversaron largo tiempo y se dio cuenta que sus pensamientos eran muy diferentes. Ella quería un mundo sin guerra ni dolor, pero él estaba empeñado en el sufrimiento. Sus familias no se entendían y no querían esa relación, intentaban día tras días separar a los jóvenes. Ellos, a pesar de todo se habían enamorado, llevaban un noviazgo hermoso, luchaban por enfrentar el dolor que cada noche se presentaba cada noche en París.

Sin embargo, la lucha más encarnizada era contra el nivel social, el cual afectaba bastante al hermano del joven, que se empeñó en destruir a Adriana. Le causaba daño, la juzgaba, se aprovechaba de la guerra y creaba dolor en la familia de la joven. El odio creció y arrasó con la vida de Adriana, sin pensar en el sufrimiento que ocasionaba a su hermano. Él buscó a quien rompió y acabó con lo que más quería, sin hallar culpables. Su rabia creció y sin querer nada más, acabó con su vida.

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